2006-05-05

LA ARMONÍA Y LA ENTREGA




Cuando el soberano de un reino vecino anunció su propósito de visitar el monasterio, todo el mundo exteriorizó su nerviosismo. Sólo el Maestro mantuvo su habitual calma.

Conducido el rey a presencia del Maestro, le hizo una profunda reverencia y le dijo: «He oído decir que has alcanzado la perfección mística, y quisiera saber cuál es la esencia de lo místico. »

«¿Para qué?», preguntó el Maestro.

«Deseo averiguar la naturaleza del ser, a fin de poder controlar mi propio ser y el de mis súbditos y conducir a mi pueblo a la armonía. »

«Está bien», dijo el Maestro, «pero debo advertirte que, cuando hayas avanzado en tu averiguación, descubrirás que esa armonía que buscas no se consigue a base de control, sino a base de entrega. »

ANTHONY DE MELLO, Un minuto para el absurdo