Querían saber cuál era el hombre más virtuoso de los Estados Unidos. Y un día, los encargados del concurso recibieron esta carta: “Soy un hombre que hace quince años no entro en una cantina. Desde hace quince años no voy a un baile (aunque me dan muchas ganas), no he pisado un teatro en este largo tiempo, por más que deseo mucho ir al cine. Y en estos tres lustros nunca me he emborrachado”.
Los jueces del concurso iban a colocar el nombre de este señor entre los ganadores del premio “Mejor hombre de la nación”, pero tropezaron luego con una nota de la carta, que decía: “Dentro de cinco años saldré de la cárcel”.
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